Mágicas atmósferas nocturnas transportan a los valdostanos a otros tiempos
El término franco-provenzal veillà ("vigilia") indicó en un momento las largas veladas invernales transcurridas en el establo, con los familiares y amigos.
En las pequeñas comunidades del Valle de Aosta, la veillà era una forma de estar juntos: se charlaba, se jugaba a las cartas, se tallaba la madera, mientras se realizaban trabajos de mantenimiento de equipos agrícolas y las mujeres hilaban o hacían labores de punto. En aquellas ocasiones se intercambiaban las últimas noticias y se escuchaba a los ancianos narrar antiguas historias y leyendas del pueblo.
Hoy en día, las veillà son fiestas que evocan la vida del pasado y que a menudo muestran oficios antiguos y actividades características del mundo campesino, también para beneficio de los visitantes y turistas.
En Aosta, es momento de veillà la noche entre el 30 y 31 de enero, con ocasión de la tradicional Feria de Sant’Orso. A pesar de las bajas temperaturas, típicas de los "días de la merla", esa noche las calles del centro histórico de Aosta están abarrotadas de gente: miles de personas forman parte del "paseo de crotte", a saber de las tabernas características del centro histórico, donde para calentarse basta con beber una copa de vin brulé acompañado.
Otras veillà tienen lugar durante el año en distintos lugares del Valle de Aosta, entre ellos Cogne, Etroubles y La Magdeleine.