Itinerarios en moto

Desde Aosta, capital regional, hasta el territorio del municipio de Bionaz, pasando por los pueblos de Valpelline y Oyace.

CIUDAD DE AOSTA: HISTORIA ANTIGUA Y COMPRAS
Antes de dirigirse al norte y entrar en Valpelline, tómate unas horas para visitar Aosta. Descubrirás que realmente vale la pena el esfuerzo y saldrás de nuevo con un solo pensamiento: ¡volver pronto!
Aparca tu moto junto al Arco de Augusto, un monumento simbólico de Aosta construido en el 25 a.C., año de fundación de la ciudad. A pocos pasos del centro histórico se llega a la Porta Praetoria, el Teatro Romano, el Foro… Y luego la Catedral, la Iglesia de Sant’Orso, la basílica de San Lorenzo, la Piazza Chanoux. Pero eso no es todo. Podrás sumergirte en las calles antiguas de la ciudad, ir de compras a las elegantes tiendas de la zona peatonal, disfrutar del placer de un restaurante típico y visitar las exclusivas tiendas de artesanía local. Pero por ahora es suficiente. ¡Valpelline te espera!

SUBIR POR EL VALLE DE VALPELLINE EN MOTO
Disfrútela toda entera, el ambiente inconfundible de este valle. Carreteras tranquilas y de poco tráfico, un entorno fascinante, dominado por las imponentes cumbres que marcan la frontera con Suiza, espesos bosques y prados que invitan a hacer una pausa. También vivísima la cultura gastronómica, con su “Seupa à la Vapelenentse” y, por supuesto, el queso Fontina, al que se dedica la gran fiesta que se desarrolla todos los años a mediados de agosto en Oyace.
Un queso entero seguramente no cabe en el portaequipajes. Pero un trozo, sí. Un buen trozo de Fontina para disfrutar por la noche o quizás para derretirse y disfrutar de una sustanciosa fondue. Poco después de Valpelline, la capital, tome un pequeño desvío hacia el centro de visitantes de la Cooperativa Produttori Latte e Fontina. La visita al centro incluye también los espectaculares almacenes de maduración de la Fontina excavados en la roca, uno de los cuales fue creado en el interior de la antigua mina de cobre y donde la Fontina permanece durante 80 días y adquiere su sabor dulce e inimitable.

BIONAZ Y LA PRESA DE PLACE MOULIN
Bionaz, uno de los municipios con mayor extensión territorial de la región, está situado a 1.600 metros sobre el nivel del mar, en la cabecera del valle de Valpelline. Para hacer una parada diferente a la habitual, puede detenerse en el merendero de Lexert, rodeado de vegetación, a orillas de un bonito lago. El camino continúa entre curvas y panoramas verdes hasta llegar a la imponente presa de la Place Moulin: el gran lago de la Place Moulin, de aguas color esmeralda, está flanqueado por un camino rural de tierra cerrado al tráfico.

Puede introducirse inmediatamente en el valle del Gran San Bernardo, o bien alargar un poco la carretera tomando la variante que lleva a Doues, pintoresco pueblecito de media montaña, en excelente posición panorámica.

Otra localidad para gozar en todos los sentidos es Saint-Rhêmy-en-Bosses, de donde es originario el famoso Jambon de Bosses, una verdadera exquisitez gastronómica a la que se dedica una gran fiesta anual el segundo domingo de julio. Una vez pasada Saint-Rhêmy, la carretera sube hasta los 2.473 metros del puerto del Gran San Bernardo (no olvide guantes y jersey grueso), importante paso alpino utilizado desde la antigüedad, como testimonian numerosos hallazgos arqueológicos. Fue el mismo San Bernardo quien construyó aquí, en el siglo XI, el gran hospicio que durante mucho tiempo prestó asistencia a los caminantes. Tras su estatua, que domina hoy el puerto, aún se deja ver perfectamente la antigua calzada romana excavada en la roca.

 En Saint-Nicolas, aparque la moto y dé un pequeño paseo hasta mirador, sugerente terraza a pico sobre el valle central: la vista abarca de Aosta a Arvier, entre viñedos y campos cultivados; alzando la vista, parecen poderse tocar los hielos de la Grivola y del Rutor, y, de frente, se abren hasta cuatro valles, el de Cogne, el de Valsavarenche, el de Rhêmes y el de Valgrisenche. Una localización extraordinaria que hace de Saint-Nicolas un centro turístico particularmente apreciado. Una curiosidad: ésta es la patria chica del abad Cerlogne, el primer codificador de la lengua del Valle de Aosta; no es casual, pues, que hoy albergue el Centro de Estudios “René Willien”, cuya tarea es la defensa y la difusión del dialecto local.

PEQUEÑO SAN BERNARDO
La atmósfera es sugerente y misteriosa en torno al crómlech o Círculo de Aníbal, en el Pequeño San Bernardo. Un gran círculo de piedras plantadas en el suelo, uno de los pocos círculos megalíticos existentes en Italia. Apague el motor, acérquese a las piedras y déjese llevar a un viaje atrás en el tiempo… ¿Lugar de culto? ¿Indicación del camino? ¿Calendario? ¿Primitivo observatorio astronómico? Sigue siendo un misterio. Pero en el puerto, además del crómlech, hay más testimonios históricos relevantes. Para empezar, los restos de la mansión romana, gran edificio junto a la calzada de las Galias, y del templete adyacente, que quedan a la derecha apenas pasada la antigua aduana italiana. Algo más adelante, tras la aduana francesa, otra construcción romana, tal vez un santuario, y después la antigua columna de Júpiter, que originalmente sustentaba el busto de Júpiter y hoy sirve de base a la estatua de San Bernardo.
Por último, el hospicio, instituido alrededor del año mil por San Bernardo para acoger a los caminantes, y hoy punto de información turística. Pero eso no es todo. Antes de volver a bajar, no se pierda Chanousia, a breve distancia del hospicio: el famoso jardín botánico creado por el abad Chanoux a finales del siglo XIX, que alberga hoy más de 1.600 especies de plantas alpinas, un laboratorio científico y un museo de botánica.

BLANC DE MORGEX ET DE LA SALLE
Aroma delicado, con regusto de hierbas de montaña, sabor seco, ácido, ligeramente espumoso. Si es amante del vino, ya lo habrá reconocido; si no lo ha probado aún, se enamorará de él. Se trata del Blanc de Morgex et La Salle, vino refinado y con denominación de origen, producto de los viñedos más elevados de Europa. ¿Se quiere llevar una botella a casa? Deténgase en Cave Mont Blanc en Morgex.

VAL FERRET Y VAL VENY, ESPECTÁCULO BLANCO
Algo más allá de Courmayeur se encuentra Entrèves, pueblecito característico. Si el paisaje parecía extraordinario hasta ahora, prepárese: a partir de ahora, se quedará literalmente con la boca abierta. Aquí se abren dos valles maravillosos que se unen para formar casi una única platea inmensa en el macizo del Mont Blanc.

Las cumbres del macizo se muestran en toda su magnificencia: las Grandes Jorasses, el Diente del Gigante, el Mont Maudit, las Águilas Blancas y Negras, Punta Helbronner, el Tré-la-Tète, las Aiguilles des Glaciers, hasta los 4.810 metros de la cumbre del Mont Blanc. Le parecerá que puede tocarlas cuando recorra las dos excelentes carreteras que discurren por ambos valles.

Pero si desea experimentar una emoción verdaderamente inolvidable, disfrute quedándose sin habla en la subida en el teleférico Skyway al Mont Blanc: una parada en la estación intermedia del Pavillon para descubrir el Jardín Botánico Alpino Saussurea, el situado a mayor altitud de toda Europa, y después… hasta los 3.466 metros de Punta Helbronner, impresionante balcón sobre los glaciares.

Allí, debido a las temperaturas, la ropa de motorista será especialmente útil.

SAN MARTÍN Y EL PACTO CON EL DIABLO
Aquella noche el Lys creció y se llevó el frágil puente de madera. Y así, San Martín de Tours, que había hecho una parada en el pueblo durante su viaje a Roma, dio muestras de su famosa astucia: pidió al diablo que construyera un gran puente nuevo, prometiéndole a cambio la primera alma que lo atravesase. El diablo aceptó, construyó el puente en una sola noche y se puso a esperar su recompensa. Pero San Martín lo engañó haciendo atravesar el puente a un perro. Desde entonces, el pueblo se llama Pont-Saint-Martin. Esa es la leyenda. Pero la realidad es que el famoso puente, que se puede contemplar desde la Piazza IV Novembre, punto de partida de este itinerario, es un grandioso testimonio romano. Construido en el primer siglo a.C., con un solo tramo, mide 22 metros de altura y 32 de cuerda, su arco es uno de los más amplios construidos por los romanos.

DONNAS, EL VINO MÁS ANTIGUO DEL VALLE DE AOSTA
Un motociclista que se respete adora la cerveza… pero también el vino. Así pues, un poco más allá de Pont-Saint-Martin, atentos al cartel que indica Donnas. Esta pequeña ciudad, a los pies de los viñedos que escalan por la montaña, da nombre a un famoso vino. Color rojo brillante, sabor suave, ligeramente almendrado y amargo, el Donnas, además de ser el vino más antiguo del Valle de Aosta, fue también el primero en obtener, en 1971, la denominación de origen.

VALLE DE CHAMPORCHER
La carretera sube empinada por un valle casi salvaje, entre espesos bosques de alerces. Un recorrido para disfrutar deteniéndose de vez en cuando en algún pueblo típico, como Pontboset con sus famosos puentes de piedra,o bien para recorrer todo de una vez concentrándose en las curvas hasta Chardonney, la última localidad del valle. Y antes de volver, no deje de visitar, también en Chardonney, la muestra permanente de tejidos de cáñamo típicos de la zona.

EL “LARD” D’ARNAD
Un consejo para los aficionados al buen paladar: pasa por delante del Fuerte Bard, haga una parada en Arnad y pida el famoso tocino. Especiado y enriquecido con hierbas de montaña, el “Lard d’Arnad”, el tocino local, añade a todos los platos un sabor auténtico, el sabor del Valle de Aosta. En 1996 obtuvo la denominación de origen. Todos los años, el último domingo de agosto, se celebra la tradicional “Féhta dou Lard”, la fiesta del tocino, que atrae a miles de turistas.

BRUSSON
La subida desde Verrès, por la parte baja del Val d'Ayas, nos lleva a Challand-Saint-Victor, donde podemos desviarnos hacia el lago de Villa, una reserva natural. Siguiendo más adelante, pasará por Challand-Saint-Ansèlme, verá el castillo de Graines, construido en el siglo XI sobre un espolón rocoso, y llegará a Brusson, a 1338 metros sobre el nivel del mar, donde podrá visitar las minas de oro de Chamousira y la lechería La Fromagerie Haut Val d'Ayas.
Desde Brusson parte la carretera que conduce al Col di Joux, que conecta el Val d'Ayas con Saint-Vincent.

SAINT-VINCENT
Una sugerente carretera panorámica desciende de los 1.640 metros del puerto de Joux a Saint-Vincent, exclusiva ciudad que asoma al valle central, conocida como la Riviera de los Alpes por su particular microclima. Es el lugar ideal para transcurrir unos días de vacaciones totalmente relajado, o también para una agradable parada antes de tomar la carretera estatal del fondo del valle: justo el tiempo para una pizza, un helado, un paseo por las elegantes calles del centro, y, por qué no, una breve visita a las máquinas de juego tragamonedas del famoso Casino de La Vallée.

El primer municipio del Valle de Aosta es Pont-Saint-Martin. Después de pasar los municipios de Donnas, el fuerte de Bard, Hône, Arnad, Verrès y Montjovet, comienza la breve subida de la "Mongiovetta" que lleva a Saint-Vincent y luego a Châtillon. Después de cruzar Chambave, Champagne (Verrayes) y Nus, se llega a las puertas de Aosta, donde la carretera estatal se convierte en dos carriles por sentido en los municipios de Quart y Saint-Christophe (zona comercial).

Después de una posible parada en Aosta, después de pasar la capital del Valle de Aosta (Corso Ivrea, Via Roma y Via Parigi con numerosas rotondas) y después del cruce que conduce a la carretera estatal n° 27 del Gran San Bernardo, la carretera 26 continúa hacia el oeste y cruza Sarre (cruce de Cogne), Saint-Pierre, Villeneuve (cruce de Introd y los valles de Rhêmes y Valsavarenche), Arvier, Léverogne (cruce de Valgrisenche), pasa cerca de Derby (fracción de La Salle), cruza La Salle y luego Morgex hasta llegar a Pré-Saint-Didier (cruce hacia La Thuile y, en verano, hacia el paso del Pequeño Saint-Bernard). Desde aquí continúe hasta Courmayeur.

Para regresar se puede optar por la ruta de traslado por la autopista A5, que atraviesa todo el valle central, desde Courmayeur hasta Pont-Saint-Martin. Encontrarás indicados todos los peajes y salidas que puedas necesitar para llegar a los puntos de inicio de los itinerarios en moto o para volver a casa al finalizar tus excursiones.

TRADICIONES WALSER
Anchas terrazas de madera, amplio voladizo…. y flores, muchísimas, en las ventanas y en los balcones. Si ve casas con estas características a los lados de la carretera, se encuentra en “territorio Walser”. Pero la estructura de las viviendas no es la única particularidad de la parte alta del valle de Gressoney. Existe también un dialecto peculiar, distinto del patois usado por la mayor parte de los habitantes del Valle de Aosta: se trata del titsch, un idioma de raíz germánica. La población Walser, en efecto, procede del Vallese, de donde emigró entre los siglos XII y XIII, asentándose aquí y en el vecino valle d’Ayas. El primer pueblo walser que se encuentra al llegar al valle es Issime, de origen antiquísimo.

EL CASTILLO DE SABOYA
Doble parada en Gressoney-Saint-Jean. La primera, el Castel Savoia, que verá en el pinar de su izquierda. Ordenó su construcción la reina Margarita, apasionada alpinista, a finales del siglo XIX, sobre una terraza con vistas panorámicas desde donde se disfruta una fantástica vista sobre todo el valle hasta el glaciar del Lyskam. La segunda parada,  se puede realizar en el lago Gover para dar un relajante paseo.

MONTE ROSA
Continúe hacia Gressoney-La-Trinité a través de pueblos, pastos y bosques walser. El Monte Rosa os espera majestuoso al final del itinerario.

Entre las paradas recomendadas, no se pierda el castillo de Fénis: aparque cómodamente la moto y visite este fantástico castillo de los siglos XIV-XV, extraordinario ejemplo de arquitectura medieval del Valle de Aosta.

Y, a continuación, arriba, al valle de Saint-Marcel. Si hasta aquí ha llegado totalmente relajado, ahora le espera una carretera espectacular, sumergida en los bosques, fascinante en verano y sugerente en otoño por los miles de colores de la naturaleza, hasta el santuario de Plout, a 958 metros de altitud.
En este momento, puede escoger: puede detenerse en el santuario y disfrutar la vista que se abre sobre el valle central o proseguir aún otros diez kilómetros hasta Les Druges, donde termina la carretera en un amplia area de pícnic. Desde el aparcamiento, un agradable paseo de unos 20-30 minutos conduce a la zona minera de Servette.