La escultura, de pausa en las labores agrícolas se hace arte, y transforma la madera y la piedra

De las diversas manifestaciones artesanales del Valle d'Aosta, la escultura es aquella con que los valdostanos han expresado mejor sus valores culturales, y con resultados artísticos apreciables.

Nacida como actividad complementaria cuando se interrumpían las labores agrícolas durante los largos inviernos, la escultura ha ido evolucionando y perfeccionándose poco a poco, pasando de piezas rudimentarias a auténticas obras de arte. Las materias elegidas son la madera (pino cembro, nogal, castaño silvestre, arce, abedul, cerezo) y la piedra ollar.

El artesano valdostano es generalmente autodidacta; se deja guiar por su sensibilidad estética y, casi por instinto natural, de los golpes de su cincel brotan líneas puras y armoniosas.

Entre las esculturas más significativas encontramos figuras de santos, retratos de personajes y escenas de vida familiar y ambiental, máscaras, fauna valdostana o, más sencillamente, raíces o ramas que, con hábiles golpes de cincel o cuchilla, el artesano logra plasmar, generando temas vivos y literarios, como dragones y demonios.