Por convención, la Edad Media comienza en Europa en el año 476, con la deposición del último emperador romano, y termina unos mil años después; la fecha de conclusión varía según el país, de acuerdo con el comienzo de las monarquías nacionales y del renacimiento.
La Edad Media se divide en 3 etapas: alto medioevo (siglos V-IX), siglos centrales (X-XI) y bajo medioevo (siglo XII-parte del XV). Los hechos principales de cada etapa son el encuentro entre bárbaros y latinos, la reconstitución de una idea de "poder público" (las señorías territoriales) y el renacimiento del estado.
La época medieval en el Valle de Aosta
En el Valle de Aosta, las invasiones bárbaras comenzaron con los burgundios, rechazados por Teodorico en el siglo VI; la región fue dominada por los ostrogodos, para luego de unas décadas convertirse en provincia del Imperio de Justiniano; luego fue dominada por los francos merovingios, y luego por el imperio de Carlomagno y el reino de Borgoña, hasta su progresiva inserción en el área de poder de los futuros condes de Saboya (a partir del siglo XI). Ahí comenzaron los contactos culturales y políticos bidireccionales, en una Val d’Aosta cada vez más "de tránsito” entre dos realidades: la itálica y la franca.
Las huellas de la Edad Media en el Valle de Aosta
A pesar de ser una región tan pequeña, el Valle de Aosta conserva un número sorprendentemente grande de castillos, con los cuales enseña mil años de arquitectura como pocos otros lugares de Italia. Los castillos más atractivos son los de Fénis y de Issogne, y el castillo Sarriod de la Tour en Saint-Pierre, apreciable por los frescos.
Características de la época medieval fueron también el uso de las calzadas en clave política y de poder y la vocación asistencial. El Valle de Aosta tenía unos puertos de montaña que fueron articulaciones estratégicas del Imperio Carolingio y un tramo importante de la vía Francigena. A lo largo de las calzadas, eclesiásticos y religiosos crearon una densa red de hospicios para acojer los peregrinos; los más importantes surgieron en el puerto del Gran San Bernardo y en el puerto del Pequeño San Bernardo.
En la ciudad de Aosta, el priorato de San Orso y algunos obispos como Anselmo de Aosta (homónimo del famoso San Anselmo, filósofo y luego arzobispo de Canterbury) promovieron ampliamente y a un alto nivel las artes figurativas, incluso llamando a artistas y maestros. En particular, merece una visita la colegiata de San Orso, con su coro de madera y sus frescos octonianos, el claustro de capiteles historiados que forman uno de los pocos ciclos en secuencia conservados en Europa, y el priorato (de arquitectura gótica).
Los balances del priorato son una fuente preciosa de información sobre la Edad Media por la minuciosidad con que describen las mensas señoriales y hasta las recetas de la época medieval. Además, algunos carnavales locales, y especialmente los de Quart y Verrès, enseñan las costumbres en uso en las señorías de la Edad Media, según atestiguan estudios históricos e iconográficos.