Cinco siglos de dominación romana dejan signos imponentes en el Valle de Aosta

Roma imperial conquista el Valle de Aosta

La perspectiva de conquista del Valle de Aosta de parte del Imperio Romano tomó cuerpo en la época de Augusto, al afianzarse las relaciones entre el Imperio y el norte de la Galia y al crearse las condiciones para una extensión de los confines hacia el área germánica.

Tras una serie de iniciativas militares contra las poblaciones alpinas, entre ellas los Salasos (población céltico-lígur residente en la región en aquella época), Aulo Terencio Varrón logró la victoria definitiva en el año 25 a.C. Parte de la población local fue aniquilada o reducida a la esclavitud, pero algunos grupos, verosímilmente, se integraron en la sociedad neo-romana, dando lugar a una unión, aunque limitada. Elementos de contaminación recíproca entre las respectivas religiones se manifestaron en la mutación lingüística de los nombres de las divinidades salasas: el Júpiter Poeninus venerado en el Gran San Bernardo, que acabó por dar su nombre al paso (Summus Poeninus), no por casualidad se asemeja al dios céltico Penn.

Augusta Praetoria, capital de los Alpes

La ciudad de Augusta Praetoria (Aosta) fue fundada en el corazón del territorio salaso. La trama sobre la que se construyó Augusta Praetoria reflejaba la morfología de un campamento militar romano: la ciudad tenía una planta rectangular apoyada en el armazón del cruce entre el Cardo Maximus (dirección norte-sur) y el Decumanus Maximus (este-oeste).

En la muralla había cuatro puertas simétricas en par: la porta Principalis Sinistra al norte, la porta Principalis Dextera al sur, la porta Praetoria al este y la porta Decumana al oeste. Las 20 torres originariamente cuadrangulares edificadas en los 4 ángulos y a lo largo de toda la muralla, además de las de las puertas, sufrieron numerosas transformaciones en el curso de los siglos.

En el área norte de la ciudad se edificaron progresivamente el teatro, el anfiteatro, el foro y las termas; el foro contenía establecimientos comerciales y un área sacra dedicada a los templos (rodeada del criptopórtico). Al sur, la estructura urbana consistía en viviendas privadas de diferentes clases sociales, mientras que en los alrededores surgían importantes mansiones ricamente decoradas. Saliendo de la ciudad por la Porta Praetoria, junto al puente sobre el Buthier, se encontraba el Arco honorario dedicado al emperador Augusto, antiguo emblema de la potencia de Roma, actual símbolo de la ciudad.

La vía de las Galias y sus impresionantes obras de ingeniería

En el resto del Valle de Aosta se edificaron otros grandiosos monumentos: el arco de Donnas, el puente acueducto de Pondel y el de Pont-Saint-Martin.

A lo largo de la vía de las Galias, en la vaguada central del Valle de Aosta, se crearon pequeños asentamientos que posteriormente se convirtieron en centros habitados y que adoptaron el nombre de las piedras millares que marcaban las distancias desde la ciudad, como “quartus lapis”, hoy Quart, y “nonus lapis”, hoy Nus. Las bifurcaciones de la calzada fueron itinerarios clave en el ámbito estratégico y comercial; una conducía al Alpis Graia (paso del Pequeño San Bernardo) y a la actual Lyon; la otra conducía al paso del Gran San Bernardo y fue viático de las expediciones militares dirigidas a Alemania y Bretaña.

Un interesante compendio de la presencia romana en el Valle de Aosta es el Museo Arqueológico Regional (MAR) de Aosta, donde se pueden ver no sólo los restos que se han conservado sino también las fundaciones de la puerta norte de la ciudad.