Villeneuve
Villeneuve cuenta con el privilegio de poder disfrutar de una ubicación geográfica central, ideal para dirigirse a cualquier vaguada del Parque Nacional Gran Paradiso y para conocer todo Val d’Aosta.
A 665 metros de altitud, este pueblo está dominado por las ruinas del castillo de Châtel-Argent, de gran importancia estratégico-militar, que data del siglo XIII y cuyo nombre deriva del hecho de que allí se acuñaban monedas.
De la antigua construcción sólo quedan hoy en día la torre de planta circular rematada por almenas y las ruinas de la capilla, que presenta una nave única de planta rectangular que termina en un ábside semicircular.
A los pies del castillo se halla la antigua iglesia de Santa Maria, uno de los monumentos religiosos más interesantes de todo Val d’Aosta. Durante las excavaciones arqueológicas que allí se realizaron se encontraron restos que se remontaban al siglo V. La cripta del siglo XI está formada por tres naves pequeñas, y su campanario románico es una torre cuadrada adornada con ventanas de derrame simple, ajimeces y ventanas triforas.
En el interior de la iglesia puede admirarse el maravilloso ciclo pictórico del siglo XVI que decora los intradós de las bóvedas.
La nueva iglesia parroquial de Santa Maria Assunta, se encuentra, por el contrario, en el centro del pueblo.
Sin embargo, antes de caer en el error de pensar que Villeneuve es un lugar reservado a los intelectuales, es necesario aventurarse a un embriagador descenso en rafting, kayak o hidrospeed en las tumultuosas aguas del Dora Baltea en compañía de instructores cualificados o disfrutar de una jornada entre los divertidos recorridos propuestos en el parque de ocio adaptado para pequeños y mayores.
Un relajante paseo a lo largo del “percorso vita” (lugar donde se pueden realizar ejercicios), desde el parque fluvial en el pueblo hasta el centro deportivo, le llevará a la piscina descubierta, muy apreciada en la época de verano.
Durante la época invernal, Villeneuve ofrece varias posibilidades al alcance de su mano, ya que con desplazamientos cortos puede practicarse esquí de fondo, de descenso, esquí alpinismo, heliesquí y realizar excursiones con raquetas de nieve.
Pero el invierno también es una estación ideal para sumergirse en la absoluta tranquilidad imperante en los pueblecitos cercanos y para saborear los platos de la cocina tradicional montañesa que le ofrecerán los restaurantes y hoteles de la zona.
No faltan además, con ocasión de las fiestas y celebraciones, las exhibiciones de la coral de Châtel-Argent, que interpreta el repertorio tradicional de Val d’Aosta y de la montaña.
No se nos puede olvidar reservar para la visita a la central hidroeléctrica de Champagne, un auténtico monumento industrial de la Belle Epoque. Construida en 1921, es la estructura más “artística” de su género: austera y sólida en el exterior, la decoración y los motivos arquitectónicos de su interior la hacen muy valiosa.