La Feria de Sant'Orso es, fundamentalmente, un gran evento popular y un himno a la creatividad y a la laboriosidad de sus habitantes de montaña. Cada año, un millar de expositores de entre artistas y artesanos valdostanos presentan con gran orgullo y legítima satisfacción el fruto de su trabajo, que desarrollan a modo de afición o en calidad de actividad productiva propiamente dicha, preservando su más auténtico carácter artesanal. Tienen cabida todas las actividades tradicionales: escultura y tallado en madera, tratamiento de la piedra ollar, del hierro forjado y del cuero, la confección del "drap", una tela de lana tejida con antiguos telares de madera, además de los encajes, mimbres, artículos para la casa, escaleras de madera y barriles, entre otras. No es el aspecto comercial lo que lleva a estos expositores a participar en la Feria, sino más bien el deseo de salir del taller para entablar un contacto directo con un público que sabe apreciar la calidad y la creatividad de su trabajo, fruto de tradiciones con
raíces centenarias. Del mismo modo, quienes se acercan a esta Feria no lo hacen únicamente para realizar una buena compra, que pueda resultarles útil para el día a día, o un objeto de calidad para adornar su casa, sino más bien para "respirar" un ambiente único e irrepetible. La Feria es también el momento en que se manifiestan las características propias de la identidad de la población valdostana: no se trata únicamente de una gran "kermés" de excepcionales dimensiones, sino de la celebración de una adhesión histórico-cultural a ese entorno. En las calles de la ciudad se celebra cada año un evento que exalta las cualidades del trabajo artesanal de esta región. Durante la Edad Media, la Feria se desarrollaba en el Borgo di Aosta, en el área que rodea la Colegiata que lleva el nombre de Sant'Orso. Cuenta la leyenda que todo comenzó justo delante de la Iglesia en la que el Santo, que viviera antes del siglo IX, solía distribuir entre los más pobres
ropa y "sabot", una especie de zuecos típicos de la región hechos de madera y que siguen presentes hoy día en la Feria. En la actualidad, todo el centro de la ciudad participa en este evento, tanto dentro como en los alrededores del antiguo recinto romano amurallado. La Feria, además de ofrecer música y folclore, es una ocasión ideal para degustar vinos y productos típicos con motivo de una fiesta popular propiamente dicha que, a su vez, alcanza su punto álgido en la "Veillà", la vigilia que abarca la noche del 30 al 31 de enero, por las calles iluminadas y llenas de gente hasta el amanecer. La visita a la Feria de Sant'Orso es una experiencia única, inolvidable, absolutamente imperdible y digna de vivirse con una intensa participación emotiva.