Edificada por los benedictinos en el siglo XI, en estilo románico, la iglesia ha sido objeto de varias superposiciones arquitectónicas, pero también de importantes restauraciones modernas (1968 - 1972).

Se erige sobre las estructuras de un edificio romano descubierto con ocasión de restauraciones recientes, perteneciente al año 300-400 d. C. Podía ser una gran mansión patricia o un edificio público; debajo del piso había un doble sistema de calefacción por aire soplado, para calentar el “calidarium”.
El sitio arqueológico debajo de la iglesia está actualmente cerrado.

El interior es de gran efecto por el contraste neto entre la sobriedad del ambiente y la riqueza de la decoración pictórica de la zona absidal. La nave presenta una sucesión de columnas cuadradas, circulares y poligonales.

En sus orígenes, la iglesia carecía de las bóvedas (de 1696) y de las amplias ventanas que tiene hoy. El techo estaba sostenido con cerchas a la vista, o con un techo de casetones, y la luz entraba discretamente a través de ventanas altas, estrechas, cimbradas, de doble derrame. También el arco de arista aguda que domina el altar es postizo, aunque muy antiguo. El arco triunfal que, probablemente en el siglo XIII, restringió el cascarón absidal redujo considerablemente el área de la cripta subyacente, recogida en una mística capilla subterránea con tres pequeñas naves, cada una con tres arcadas y con columnas de piedra que sostienen capiteles del siglo VIII.

Los frescos más antiguos de la iglesia son los del ábside norte, de Iacopo Jacquerio (o de su escuela), de 1416. En el siglo XV Giacomino de Ivrea pintó el arco triunfal con un ciclo de doctores de la Iglesia, santos y profetas. Sobre estas pinturas, desvaídas y enlucidas, Filippo de Varallo realizó hacia finales del siglo XVI las decoraciones que se ven aún hoy (en parte, gracias a las restauraciones de los años 70), y que en su tiempo recubrían íntegramente la cuenca presbiterial.

El Cristo crucificado del presbiterio es una obra en bronce de Luciano Minguzzi.

Con la nueva disposición del museo, se guía al visitante por un recorrido para descubrir lugares emblemáticos de la religiosidad local, como la iglesia parroquial y las numerosas capillas del pueblo, de donde proceden los objetos de arte expuestos, testigos de la fe y de la devoción popular local.
Se pueden admirar esculturas de madera y otras obras de arte que van desde el siglo XV al XVIII, como los espléndidos orfebres.