El castillo jugó un importante papel en la historia del Valle de Aosta.
Quedan pocas trazas de su aspecto original y su fecha de construcción no se conoce con exactitud.
Hacia finales del siglo XIII, los Saboya se convirtieron en sus propietarios, sustituyendo a la familia Montjovet. Como ya había sucedido con los Bard, también en este caso el pretexto fueron los abusos de Feidino de Montjovet contra los habitantes del valle y los viajeros. Tras ser cedido a la familia Challant, volvió a ser propiedad de los Saboya en 1438, cuando Amadeo VII instaló allí una guarnición que permaneció activa hasta 1661; en este momento, fue trasladada al fuerte de Bard, dejando el castillo de Montjovet en el abandono. Aún hoy su torre caracteriza el paisaje. Un portón prohíbe el acceso a la zona por riesgo de derrumbe.