El traje tradicional de Gressoney se encuentra entre los más bellos del Valle de Aosta.
Fotografías y testimonios verbales recogidos de personas mayores han permitido comprobar que el traje femenino de Gressoney, hoy como entonces entre los más admirados por su elegancia y refinamiento, era en la antigüedad el vestido que se usaba a diario para realizar cualquier tipo de trabajo.
En comparación con lo que conocemos ahora, en el pasado el vestido parecía más corto y sin adornos, con la falda hecha de tela fina local (landtuech) en negro, azul o morado oscuro y con muchos pliegues (gére) con una mayor adherencia que al modelo actual; sobre la blusa blanca de cáñamo, las mujeres vestían una chaqueta negra (wòlhemd) y un pañuelo de seda de colores brillantes. Durante los trabajos en el campo y en los establos, la previsión se utilizaba para sujetar la falda con un gesto preciso a la espalda del vestido (ufschéerke): para ocultar la enagua, se llevaba un gran delantal de algodón sobre la falda. También está documentado que las mujeres llevaban un sombrero de ala ancha, para protegerse del sol y del mal tiempo, hecho de fieltro pesado y muchas veces sustituido por un pañuelo atado detrás del cuello.
Con la evolución de los tiempos y las modas, el traje se ha convertido en el vestido más bello, para lucir en ocasiones especiales, durante fiestas familiares o solemnidades.
En comparación con el pasado, el vestido es más largo, adornado con bordados y galones dorados, la blusa está adornada con encaje, el delantal es negro, más estrecho que el antiguo, y está enriquecido con bordados y encajes.
Un detalle elegante lo representa el babero de terciopelo negro, bordado con hilos dorados o de colores y con diversos motivos (espigas, edelweiss, flores silvestres o arabescos), a diferencia de los baberos utilizados a principios del siglo pasado, que simplemente tenían un cuello estrecho. trenzas aplicadas en zigzag. Cabe señalar que, además del traje rojo escarlata (ròtanketò), existe el llamado traje de "luto" (trunanketò), de color violeta, con adornos plateados en lugar de oro.
A partir del siglo XIX, el precioso tocado del traje, el espléndido gorro, está sostenido por un rayo superior (chròn) y tejido en filigrana de oro con piedras engastadas.