Hace muchos años, excavando un pozo en Bosset, en el de Issogne, un campesino encontró enterrada a notable profundidad una estatua de la Virgen. Cuando la extrajo del hoyo, brotó del suelo un manantial. El agua era tan abundante como para abastecer las necesidades de todo el pueblo, hasta aquel día escaso en recursos hídricos. Para dar las gracias al cielo por la ofrenda de la fuente, los aldeanos construyeron una capilla, donde la estatua de la Virgen fue colocada con todos los honores.