No siempre, en el pasado, los glaciares han bloqueado los altos cerros del macizo del Monte Rosa: numerosas leyendas cuentan sobre pastos y campos cultivados en esta ciudad donde ahora todo está recubierto de nieve y de glaciares perennes. Entre ellas, se encuentra la leyenda de la ciudad de Felik, según la cual se produjo a la derecha de las morrenas de la actual lengua terminal del Glaciar del Lys, en la cabecera del Valle de Gressoney. La ciudad, preferida por su comunicación con el Vallese vecino, disfrutaba de una actividad muy próspera, que hizo olvidar a su población el respeto por Dios: por ello, fue castigada por el cielo con un larguísimo invierno que la sepultó para siempre. Todavía hoy, se narra que la almas de sus habitantes vagan en búsqueda de la salvación eterna por los glaciares del Rosa.