La historia del castillo de Graines está bien documentada, pero su apariencia de cuento de hadas y su posición elevada también han dado lugar a leyendas imaginativas.

El tesoro - bajo el castillo de Graines se encuentra sepultado un tesoro; nadie ha conseguido jamás sacarlo a la luz, aunque han sido muchos los que lo han intentado, entre ellos, un joven ganadero. En sueños, una voz le indicó el punto donde debía cavar, advirtiéndole que dejase el escondrijo antes de que el gallo cantara tres veces. La noche siguiente, el hombre hizo lo que se le dijo y, tras descubrir una trampilla, penetró en el cuarto del tesoro. Deslumbrado por el brillo del oro y de las joyas que a montones llenaban la cueva, se demoró en contemplar aquellas fabulosas riquezas, hundiendo sus manos en ellas codiciosamente. El gallo cantó: una, dos, tres veces. La trampilla se cerró sin hacer ruido: el hombre quedó prisionero en la caverna encantada y nadie supo nada más de él.

Las castellanas - el castillo de Graines domina el valle del Évançon, allí donde este último se extiende a lo largo de prados y bosques, por encima de un espolón de roca. Según la tradición, el buen gusto había preferido tener a señores despóticos y a castellanas de delicada palidez. Para que el reflejo del sol sobre la nieve y sobre los glaciares de la Becca Torché no bronceara la blanca tez de las damas de Graines, se cuenta que los señores feudales obligaban a la gente del campo a cubrir de tierra las laderas nevadas de la montaña.