Es la iglesia más antigua de Montjovet y la más rica en valores histórico-artísticos, ya que durante al menos cinco siglos fue iglesia parroquial.
Está a la salida de la antigua capital, en un espolón que se precipita al Dora, bordeada por una calle que luego trepa la montaña. Hasta la construcción de la Mongiovetta (1771), era ésta la única calle transitable que conectaba el bajo valle con la cuenca de Saint Vincent y, por ende, con el resto de la región.
La construcción de la iglesia, dedicada en un principio a Santa María, pertenece a los siglos XI-XII. El edificio se reformó varias veces; por último se demolió y se hizo más grande y fue reconsagrado el 2 de mayo de 1700, cuando se dedicó a San Roque.
A la iglesia anterior pertenece el gracioso campanario, con aberturas de bíforas y cúspide hexagonal. El interior, en una única nave con bóvedas vaídas, conserva obras de valor. El altar mayor, del siglo XVII, presenta columnillas acanaladas clásicas, salomónicas y barrocas.
En el nicho central, debajo de la paloma, hay una estatua del siglo XV de la Virgen en el trono con el Niño; en los nichos laterales están las estatuas de San Grato (a la izquierda), obispo de Aosta y patrono de la diócesis, y de un santo Papa (a la derecha); en el fastigio, dentro del tímpano, un busto del Padre Eterno bendiciente.
A la izquierda del altar mayor se conserva un gran Crucifijo de madera, aplicado a una cruz revestida en lámina de hierro, atribuido al siglo XIV.
En las paredes que dividen la nave del presbiterio hay dos altares laterales (siglos XVI-XVII).
El de la izquierda está dedicado a San Nicola obispo y conserva estatuas del siglo XVI: San Nicola en el nicho central, San Santiago Mayor y un santo obispo desconocido en los laterales, San Antonio abad arriba, en el centro del tímpano. El de la derecha está dedicado a la Virgen del Rosario; hay un lienzo con la Virgen y los santos Domingo, Catalina de Siena, Antonio abad y Carlos Borromeo, rodeados de recuadros con los quince Misterios.
La separación entre la nave y el presbiterio está marcada, arriba, por la viga del arco triunfal, dominada por un Crucifijo (siglo XVII).
En el interior de la iglesia hay otros dos grandes lienzos pintados; uno representa el martirio de S. Sebastián (siglo XVII), el otro la Virgen con el Niño, entre los santos José y Antonio de Padua y tres ángeles que sostienen el sudario, un fresco de 1742 que representa a la Virgen de la Merced, y una cruz de procesión en cobre plateado del siglo XV, llena de símbolos, flores y representaciones de ángeles y santos.