Una singular y única situación arquitectónica se representa en las instalaciones de la línea ferroviaria Aosta/Pré-Saint-Didier, finalizada en 1929 con 8 estaciones y 23 paradas. Este recorrido ferroviario nació para transportar a Aosta el carbón que desde las minas de La Thuile descendía hasta Morgex mediante un teleférico. Desde esta localidad el ferrocarril fue prolongado hasta Pré-Saint-Didier con la perspectiva, jamás llevada a cabo, de llegar hasta Courmayeur.
La estación de Morgex representa la mejor expresión de esta arquitectura. La elección de los detalles, desde las ventanas cruzadas hasta las chimeneas, los revestimientos de madera pintados de color rojo marrón, la mampostería maciza de piedra y las complejas repisas de madera están insertados en un contexto aparentemente sencillo. El prisma de base se divide, hacia la vía, en un cuerpo sostenido por cinco columnas cilíndricas ligeramente estrechadas y, en el lado opuesto, en dos ligeros salidizos de piedra sobre un fondo de madera. Una similar división altimétrica refleja esta distribución con amplios porches en la planta baja a fin de crear espacios cubiertos adecuados.
Las otras estaciones de la línea ferroviaria Aosta/Pré-Saint-Didier se caracterizan por las grandes columnas cilíndricas, las largas vigas de apoyo con robustas superestructuras de madera y revestimientos de madera que se adaptan con éxito al contexto, recogiendo las formas de la histórica granja l’Ola en Introd. En lugar de hacer uso de elementos de una cultura y una tecnología ajenas, los nuevos edificios, siguiendo los ejemplos arquitectónicos cercanos, aunque de carácter rural, pretendían expresar su estrecho vínculo con la tierra y la cultura locales. En genero, se trata de un interesante “sistema” de edificios, surgidos para desempeñar las mismas funciones con tipologías arquitectónicas homogéneas.