Valsavarenche
Entre bosques en pendiente, con el majestuoso macizo de Gran Paradiso (4061 m) el único “4000” completamente en territorio italiano, que domina con su anfiteatro natural un paisaje al que pone la nota característica, este estrecho valle de 24 kilómetros de largo es un auténtico paraíso para los amantes de la naturaleza y de todo lo que permanece en su estado auténtico, salvaje, a la medida del hombre.
Dégioz es la localidad donde se encuentra la sede de la administración municipal de Valsavarenche.
A 1540 metros de altitud, se trata de poco más que un poblado: resulta característica la iglesia parroquial dedicada a la Madonna del Carmine (Virgen del Carmen), del año 1483. Umberto I de Saboya, gran amante y asiduo de este valle, mandó reconstruir con fondos propios la iglesia dañada.
Junto a la sede de Ente Parco, en la calle principal del pueblo, se puede acceder al Centro Visitatori, que desarrolla el tema de los depredadores, especialmente el lince, sin olvidar la biblioteca de la montaña y el museo etnográfico para profundizar en la auténtica civilización alpina.
Desde Pont di Valsavarenche los alpinistas salen para enfrentarse a la ascensión del Gran Paradiso. Valsavarenche es probablemente una de las localidades más frecuentadas por los excursionistas, que encuentran aquí numerosos senderos fácilmente practicables, y muchísimos objetivos alpinos. Buena parte de los caminos que se siguen utilizando hoy en día los mandaron construir (con muros de apoyo, fondo de piedras y canales de desagüe para el agua de la lluvia) los reyes de la Casa de Saboya que venían a cazar a esta zona.
La receptividad turístico-hotelera, si bien se encuentra sujeta a normas muy estrictas emitidas por el Ente Parco, pone establecimientos de buen nivel a disposición de los amantes de este valle.
El invierno en Valsavarenche se convierte principalmente en un paraíso para quienes les guste el esquí de fondo, el esquí alpinismo y los paseos con raquetas de nieve, aunque también dispone de una pista de esquí de descenso.
El segundo sábado del mes de agosto se celebra una cita ya clásica con la tradición gastronómica de la zona, la “Festa del Civet”: festividad gastronómica en la que el “Civet” (carne de gamuza) es el máximo protagonista. La carne se deja marinar durante varios días en abundante vino aromatizado con especias, y luego se prepara en estofado, dando lugar a un plato con un sabor particularmente sólido y aromático, típico de las zonas de montaña.