El comienzo de la cocción de pan en hornos colectivos de las aldeas fue un momento de intercambio intergeneracional. En la penumbra y el calor de las habitaciones, los niños luchaban contra el sueño, esperando ver y probar sus pequeños panes recién horneados y aún calientes. A menudo, para algunos de ellos, era incluso la única oportunidad de probar algo dulce.
Además del clásico pan de centeno, los adultos también amasaban algunas hogazas azucaradas, a las que daban diferentes formas, como gallos u otros animales.

Durante la elaboración del pan se preparaba para los más pequeños la flantsé o flantsòn, es decir pan de centeno aplanado y redondo al que se le añadía un poco de azúcar, a veces un poco de mantequilla, pasas, almendras y fruta confitada.
Para que el regalo sea aún más especial, hoy en día los panes dulces tienen forma de animales y algunas flantse también se enriquecen con harina blanca y cacao.

Flantse es un producto agroalimentario tradicional (PAT).